lunes, 14 de noviembre de 2011

SHICA SARVAHE.

Voy a empezar muy en serio. 'La muchacha salvaje' de Mireia Pérez y 'El héroe' de David Rubín son tebeos hermanos. Revisitación del género, un protagonista fuerte y viaje iniciático. Sumadle a la cosa dos autores plenamente conscientes de lo que hacen (básicamente, lo que les sale de las narices) y que pronuncian juntas las palabras 'novela' y 'gráfica' con absoluta naturalidad. 

Del obrón de Rubín ya hablé aquí en su momento (lo mejor que he leído en lo que va de año, y tan pancho que me quedo), así que ahora le toca a 'La muchacha...', que salió a la venta el otro día. Ya sabéis, premio FNAC-Sinsentido de novela gráfica, etcétera. Ya estamos, ¿no? Pues vamos al turrón.

Decía que 'La muchacha...' es un relato de iniciación, con todos sus ingredientes: personaje joven y rebelde que rechaza a la autoridad, se busca las habichuelas y despierta sexualmente. Canónico. Para un autor es bueno llevar una brújula para no perderse, mucho más cuando enfilas un sendero de cien páginas. El problema es que el lector conozca el camino y no necesite mapas. Afortunadamente, 'La muchacha...' tiene un par de ases en la manga que se tiran a la mesa cuándo deben tirarse, que dejan la partida muy abierta y la apuesta alta, más aún cuando  'La muchacha...' es el primer libro de una saga. 
A partir de ahora es el momento de crecer. Y una (la protagonista) no podrá hacerlo si no lo hace la otra (su autora). Las dos son jóvenes. Lo harán, claro.

Dos codas, dos: 
1_El tebeo es una revisitación fantástica de una prehistoria loca. Citar 'El valle de las Maravillas' de Sfar es obligado. Pero bueno, que aquí no se oculta nada, mirad acá.
2_Inevitablemente, ahí va esto.




martes, 8 de noviembre de 2011

TORREZNOS.

Recupero una reseña que hice para el especial 25 aniversario de Rockdelux. Convocados por Pepo Pérez, un chorro de críticos elegimos los 20 tebeos más molones de la década pasada, entre ellos, el ciclo del Capitán Torrezno. Y como la escribí yo, pues ahí que la pongo. El asunto es que este es mi pequeño homenaje al flamante premio nacional que hemos conocido hoy. Enhorabuena, Valenzuela, y enhorabuena, Capitán.

Cuando Santiago Valenzuela (Donosti, 1971) publicó en el año 2002 el primer tomo de la serie 'Las aventuras del Capitán Torrezno', la sensación que se tuvo fue que aquello se iba a convertir en algo realmente muy grande. Y vaya si lo llegó a ser, sin ninguna duda: seis libros, setecientas ocho páginas y muchas, muchas palabras. Las que salen de la boca de los personajes de esta saga épica de portal de Belén, mastodóntica y diminuta, con alma de fanzine y cuerpo de tebeazo. Tan tebeazo que si no es el mejor cómic español de la última década, poco le falta.
La premisa de la que parte Valenzuela es una hija bastarde de Berlanga, Fred y Jonathan Swift: un funcionario de obras públicas mantiene en el sótano de su casa un mundo en miniatura inmerso en un estado de guerra perpetua. En estas que allí aparece Torrezno, un visitante habitual de bares de mala muerte, quién sin comerlo ni beberlo se convertirá en paladín de una causa perdida. Peligrosos paquetes de Ducados, billetes de veinte duros, botellas totémicas de Ron Bacardi, ciudades ciclópeas del tamaño de un estadio de Subbuteo, un sosias de Darth Vader y un héroe que ejerce de SunTzu de todo a cien aficionado al güisqui segoviano... El minucioso micromundo que dibuja Valenzuela no deja de asombrar en cada página. Tras completar el primer ciclo de la serie, el guipuzcoano promete más: más páginas, más aventuras, más diversión, más sorpresas y más, muchas más palabras. Pues habrá que leerlas, digo yo.



sábado, 5 de noviembre de 2011

SERENIDAD Y PACIENCIA.

México es ese país increíble donde los tebeos están locos. Un tebeo loco es una categoría formidable. Hay cómics plenamente conscientes de su demencia, y hay cuerdos locos como el de Lope. Pero los que más me gustan son los que transitan por espacios regulados, esos que etiquetamos como 'género', y que sin embargo despiden un aroma raro, una fragancia extraña que altera los sentidos del lector desprevenido. El olor de la chifladura. Y México, en un sentido hermoso y brillante, es El Dorado de los tebeos locos.

Gracias a Mandorla, el año pasado descubrimos joyas de la pulpería charra (a mí me subyugó especialmente 'Rarotonga', ese culebrón café con leche protagonizado por impresionante hembra) que son un ejemplo perfecto de lo que quiero decir. En esta entrada, Santiago explica su propia reunión (loca) en la cumbre con 'La Araña Verde'.

Y yo quisiera relataros el mío. Fue Pepo quién me regaló mi propio desquicie azteca, un cuadernillo de 'Kaliman, el Hombre Increíble'. Y le estaré eternamente agradecido por ello.
El asunto es que ya conocía a Kaliman (un héroe resplandeciente de origen hindú nacido en las radionovelas y crecido en los tebeos), supongo que gracias a Absence, aunque en este momento no logre dar con el post en cuestión. Pero nunca me había dado por leer ninguno de sus tebeos, y ahora tenía en mis manos uno, con su charco cruzado y su precio en pesos, así que no podía dejar pasar la oportunidad. Venga, os cuento.

Primera página, primera viñeta. Kaliman, el héroe, dándose de hostias con unos tipos calavéricos que atienden por los Jinetes del Terror. Segunda viñeta, uno de los Jinetes le endiña a Kaliman la Máscara de la Muerte, una especie de careta adhesiva que deja sin respiración a quién la lleva, provocando finalmente la muerte por asfixia de la víctima (esto lo cuentan en la tercera viñeta). Y a partir de ahí, 28, amigos, 28 putas páginas de Kaliman debatiéndose entre la vida y la muerte con la máscara de la ídem cortándole la respiración, mientras el mundo se desmorona a su alrededor y dos de sus amigos están en una jaula encerrados con un tigre devorador de hombres. 

Esa es la grandeza de los tebeos locos, este es el punto. Un tebeo de género, sí; aventuras de machotes, de acuerdo; un héroe en peligro, cómo no... pero... ¿28 páginas de agonía? Ojo, ¡en un cómic de 32! ¡ Kaliman se pasa todo el tebeo tirado en el suelo! Supongo que me pilláis. No es ningún experimento formal, sólo es un tebeo más de los cientos que componen las aventuras de Kaliman... y fijaos qué movidón. ¿Queréis saber cómo se salva? Bueno, pues gracias a un halcón que llama a un elefante colega de Kaliman y monta un cirio de tres pares. Un elefante. Convocado por un halcón.

Os dejo con unos enlaces kalimaneros, por si os pica la curiosidad. Aquí, la página definitiva sobre el personaje, y aquí, capítulos de su radionovela. Que los disfrutéis.

¡Y qué viva México!